VIVIR ES MORIR
Cuando se muere una persona cercana a nosotros, en un intento desesperado por no aceptar su muerte, nos aferramos a los “recuerdos” como una forma de perpetuar su existencia en nosotros. Y es así como, sobre todo, en los enterramientos y en sus tumbas, materializamos esos recuerdos con elementos simbólicos que buscan perpetuar a la persona.
Pero el paso del tiempo nos hace patente ese engaño al que nos aferramos como a un clavo ardiendo, el cual son esos recuerdos.
Aunque queremos perpetuarlos porque la realidad es muy dolorosa, el tiempo se encarga de ir borrándolos, para dar paso a la realidad más abrumadora: la muerte es transformación y regeneración.
La muerte sirve para transformarnos físicamente en otro elemento, en otra vida, que a su vez morirá, y de nuevo repetirá el ciclo de regeneración de la materia.
El tiempo se encarga de hacer visible esa transformación, y el acto de plasmarlo en estas fotografías se convierte en la “expresión vital” de lo que es la muerte.
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